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Un hallazgo español cuestionaría quién es el progenitor de Tutankamón y la instauración del monoteísmo en Egipto

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La Misión Arqueológica Española del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto corroboraría la corregencia entre Amen-Hotep III y su hijo Amen-Hotep IV.

El 4 de noviembre de 2013 marca la culminación -«que no el final»- de la carrera del egiptólogo Francisco J. Martín Valentín. Ese día encajó algunas de las piezas de un inmenso puzle (alrededor de 7.000 fragmentos), encontradas en la capilla de la tumba del Visir Amen-Hotep Huy (la más grande en la necrópolis tebana de la dinastía XVIII, de más de 1.000 metros cuadrados), en cuya excavación y restauración lleva trabajando desde 2009, en Luxor.

 

Se trata de las inscripciones recuperadas de cuatro columnas. Dos de ellas muestran la coronación de Amen-Hotep III, y las otras dos la de su hijo Amen-Hotep IV. Coronaciones celebradas de manera simultánea, según el análisis de los materiales de tierra caliza. Este hallazgo cuestionaría una parte de la historia del Antiguo Egipto, la referente al final de la dinastía XVIII (1550 y 1295 a. C), lo que incluye otra gran pregunta: ¿quién fue realmente el padre deTutankamón? La pruebas encontradas descartarían la partenidad de Akenatón. También cuestionarían el proceso de la instauración del monoteísmo en Egipto, conocido hasta ahora.

Tesis discutida desde hace un siglo

 

Estos descubrimientos irrefutables, según el investigador, demostrarían la corregencia de Amen-Hotep III y su hijo Amen-Hotep IV, quien pasó a la historia como Akenatón, impulsor de la revolución política y religiosa que dio lugar al monoteísmo en Egipto. «La corregencia no es una novedad, pues era algo habitual que se hacía para asegurar la sucesión. Lo que uno no se explica es que esta teoría comenzara a ser discutida en los años 20 del siglo pasado», explica Martín Valentín a ABC.

 

Para el egiptólogo este debate se debe «a que si se admitía esta corregencia se desmontarían muchos de los tópicos científicos que han dado lugar a la creación de la Egiptología y al estudio de este periodo, en el que se enmarca Tutankamón, el monoteísmo... En el siglo XX se crearon unas escuelas en un momento determinado con intereses muy profundos, ya fueran americanos o alemanes. A veces por prestigio personal se han defendido posturas de manera irracional», argumenta sin miedo a los agnósticos de esta nueva teoría. «Tengo artillería pesada para contestar a las críticas. Los restos no mienten», asevera.

 

Este hallazgo, que al principio fue recibido con «perplejidad y silencio» por parte de la comunidad científica pero que cuenta con el apoyo del Ministerio de Antigüedades de Egipto, supone varios cambios importantes en la narración de la historia de este país. «Llena un periodo en blanco de cinco años». También reescribe la biografía de algunos de sus protagonistas, como Amen-Hotep III, «a quien se veía como un sátapra oriental que se dedicó a la buena vida y solo se benefició de tener el imperio más grande de la época a su disposición, como un déspota». Los nuevos datos le convertirían, sin embargo, «en un personaje inquieto por la realidad política de ese momento, en el que existía un proceso de luchas de poder muy profundo que van a dar lugar a la división de Egipto».

 

Instauración del monoteísmo

 

Amen-Hotep III tomaría parte en esa revolución, que continuó su hijo, y que culminaría con la instauración del monoteísmo. «Él se convierte en dios vivo, en un proceso mágico religioso, y dice yo soy como el disco Aton, y se acabaron los demás dioses, enfrentándose así al clero. Este personaje incentivó una nueva idea que hoy sigue dividiendo a la sociedad. El protagonismo de su hijo debe de caer -señala, en referencia a Akenatón-. Lo que sucedió fue un proceso familiar que puso en marcha esta gran revolución, de la que fue titular Amen-Hotep III y su hijo la continuó. Esto es un cambio desde el punto de vista historiográfico y enriquece la idea de cómo nació el monoteísmo».

 

Otro de los giros en la historia que implica este descubrimiento es la ascendencia de Tutankamón, que recientes investigaciones habían adjudicado a Akenatón. «Eso ha sido siempre un gran enigma. Se le achacó a Akenatón por cuestiones de cronología, pero detrás hay otra historia. A la vista de nuestros hallazgos, por los que podemos retrotraer estos 10 o 12 años, es muy probable que Amen-Hotep III, que desposó a una de sus hijas (incesto real), Sitamón -a cuya momia se le han hecho las pruebas del ADN mitocondrial y que afirman que es la madre biológica de Tutankamón-, sería su padre y, por lo tanto, Akenatón sería su hermano aunque con distinta madre».

 

A esto se añade la existencia de inscripciones «en las que Tutankamón se declara hijo de la carne de Amen-Hotep III, que hasta ahora se interpretaban en el ámbito egiptológico como una referencia indirecta, simbólica, de legitimidad. Si juntamos todo esto ya no cabe discusión».

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