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El Cairo, 7 de Octubre 2011

Amanecía sobre la tierra y nosotros continuábamos volando dirección a la Tierra Negra.

 

Sobre las 7 de la mañana empezamos a ver la costa de Alejandría divisándose perfectamente la bahía de Abukir. Nos adentramos en el desierto y a unos 15 minutos una gran mancha de agua, nos sorprendió entren tanta tierra desértica: era el Oasis de Siwa.

 

Sobre las 8, 15 de la mañana aterrizamos en el aeropuerto de Heliópolis. ¡Por fin ya estábamos en tierras egipcias! Pero pronto descubrimos que no hay que cantar victoria antes de tiempo.

 

Con cara de cansancio ya que no habíamos dormido mucho, nos encaminamos por la terminal en dirección hacia la puerta de conexión con Luxor, tal como lo habíamos hecho siempre. Allí con sorpresa nos dicen que tenemos que pasar la aduana en Cairo ¿qué? ¿pero si nuestras maletas van directas a Luxor? Nadie nos hace caso y nos obligan a pasar la aduana en Cairo.

 

Como sospechábamos, nuestras maletas que van facturadas a Luxor no salen por las cintas transportadoras.

 

Empieza nuestra desesperación. José María y Teresa van hacia la ventanilla de equipajes y explican al encargado lo que nos había pasado. Con cara de perplejidad el señor nos escucha y como sorprendido de lo que le estábamos contando, nos dice que mirásemos bien en la cinta transportadora a ver si están. ¡Cómo no íbamos a ver 19 maletas y tres cajas!!

 

Después no hacen ir hacia otro lugar del aeropuerto donde hay maletas perdidas a ver si estaban allí. Después de mucho insistir, aquel encargado de equipajes, “piensa” que pueden estar pendientes de facturar con destino Luxor. Y efectivamente ahí estaban, porque nosotros estábamos en Cairo.

 

Recuperado todo el equipaje, finalmente salimos de la terminal, no sin antes enfrentarnos con los señores de la aduana, que entre sorpresa e incredulidad de que siete personas portasen aquel enorme equipaje, ya que para entonces se veía mucho más: 19 maletas, 3 paquetes de restauración, 3 maletas de cabina, 10 ordenadores, 3 mochilas dos bolsos y el equipo de fotografía. ¡Toda una expedición!

 

Francisco sale al paso de los aduaneros y les inunda de papeles oficiales, donde indica que somos una misión arqueológica, peguntan por los paquetes y él indica que es material de restauración. No sabemos si es que no tenían muchas ganas de trabajar o que Amón nos protegió, pero pasamos la aduana más fácil y cómoda de todas la que recuerdo.

 

Pero nuestras penurias solo acababan de empezar.

José María, se adelantó hacia el mostrador de Egyptair para contar de nuevo toda nuestra aventura y para sacar las tarjetas de embarque del primer vuelo con destino Luxor. Después de una hora donde varias veces se nos acercó la policía de aeropuerto para saber si nos pasaba algo porque no nos movíamos, regresó José María (Chemosis) que el primer vuelo disponible era a las 19,15 pero que eso no era lo malo, sino que no había plazas para todos.

 

Con todo y con eso, la buena disposición del equipo no decayó ni un segundo y eso que estábamos cansados. Así que planificamos un día en Cairo. ¿Qué posibilidades habías? Los nuevos lo querían ver todo, las Pirámides, El Museo..... Teresa y Francisco tuvieron que salir al paso para decirles que Cairo no se recorre en un ratito y que teníamos que optar por una sola cosa ya que entre ir y venir, además estábamos con todo el equipaje, tardábamos unas cuentas horas.

 

Se decidió ir al Museo, buena opción o eso nos pareció al principio. Teresa contactó con la agencia con la que trabaja el I.E.A.E. para que le enviasen un coche. Claro todo perfecto hasta aquí, sin darnos cuenta que era viernes. Hubo de contactar con un chofer, pero este estaba en la Mezquita, así que tuvimos que esperar hasta que terminase el rezo del viernes. Finalmente el conductor llegó al aeropuerto, pero cuando vio toda la cantidad de equipaje dijo que no lo podíamos llevar porque había huelga de maleteros ese día en el aeropuerto y que no lo podía subir el solo al bus. Así que nos arremangamos y entre todos subimos el equipaje y a nosotros mismos.

 

Ya para esa hora de la mañana, la 1, 30 nos dimos cuenta que ir al Museo que está al lado de la plaza de Taharir, no era la mejor de las opciones ya que al ser viernes, la cortan porque ahora, esta plaza, desde la Revolución de Enero, se ha convertido en lugar de manifestación de todos los viernes del año y la policía la acordona y la cierra por seguridad.

 

 

Así que, como lo que más teníamos era hambre optamos por ir a comer a uno de los deliciosos restaurantes que se encuentran en el Nilo.

 

Con una buena vista al rio y una excelente comida, repusimos las fuerzas necesarias para afrontar el resto del día.

 

Tras la comida, regresamos de nuevo al aeropuerto de El Cairo. Nos tocaba, primero pasar de nuevo todo el equipaje por el control policial. No sé cómo, Teresa se enrolló con el policía y no nos abrieron ninguna de las maletas y paquetes. El segundo paso, era facturar de nuevo. Era evidente que llevábamos exceso de equipaje. Con cara de buenas personas nos dirigimos al mostrador de facturación. Primero le pedimos a ver si era posible que viajásemos. Nos dijo que casi era posible. Se nos puso una sonrisa de oreja a oreja. Ahora quedaba el tema de los kilos. De nuevo les contamos quien éramos. Y no nos puso ninguna pega, así nuestro equipaje iba rumbo de nuevo a Luxor. Y nosotros nos encaminamos hacia la puerta de embarque y tranquilamente esperamos a que llegasen las 19,15 para embarcar.

Finalmente despegamos sin ningún contratiempo más.

Después de 34 horas, finalmente llegamos a la antigua Tebas.

 

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